Nadie hablará del Taxi cuando estemos muertos

Nadie hablará del Taxi cuando estemos muertos

El anuncio en Barcelona de la puesta en funcionamiento de la plataforma Uber llegada desde USA pone en jaque la actitud de las incalculables administraciones de España, tanto estatales como las llamadas «periféricas».

No deja de ser curioso que los que siempre acusaron a España de exterminio en su conquista americana empleen otro exterminio: El económico sobre los servicios públicos institucionalizados.

Ya sabemos que a través de la competencia, el mercado y el esfuerzo motivado se accede a la felicidad que nos lleva al sueño americ….no al sueño mundial.

Porque si no tienes sueños estás muerto.

Quizás tengas miedo a perder y por ello fracasas. Tácticas de promoción que instituyó a través de la publicidad ya por 1934 el sobrino de Freud a petición de Franklin D. Roosevelt para desarrollar la producción y sobre todo el consumo impulsado sobretodo por las tabacaleras.

Él puso a las mujeres a fumar a través del inconsciente del anuncio cinematográfico. El tipo que dió a Ford la idea de hacer coches utilitarios en cadena y disparó la mayor fuente de ingresos por exportación desde USA: El mito de la felicidad.

Porque a través del mercado se accede a la felicidad. Se cita la Carta Magna aunque su Constitución habla de la búsqueda, pero al mundo la exportan hecha. Nada de exfuerzos, los yankies la regalan, por más que la vida sea imposible de planificar. Un absurdo dónde no hay felicidad sin infelicidad porque están trenzadas.

Pero Uber no se mueve en los diferentes matices del gris. No muestra compasión porque así dejaría de ser temible. Aunque sus operaciones foráneas tengan bajos beneficios y mayores costes y deban ser apoyadas por su Estado Imperio.

Porque así desprestigian el poco Estado del Bienestar de otros países para disimular el truño suyo.

Hasta los Estados más avanzados ajustan y recortan dejando una escasa red de protección social para sustentar la salvación económica. Así es como el Estado español ya globalizado aunque dividido en 17 comunidades, la privatización de los servicios públicos como condición para inversión, préstamos y ayudas diversas.

Sindicatos despiertos concienzados, cómo Élite Taxi, tienen una lucha constante para proveer al trabajador una vida social y económica mínimamente decente.

La economía no sobrevive sin un Estado que intervenga y equilibre las disrupciones de la explotación desmedida por el «Capital global» que invade otra nación sin declarar conflictos militares.

Los políticos defraudan los compromisos adquiridos. Se convierten en Estados democráticos perdonavidas que aconsejan modernidad amplíando, mientras recortan maestros y administrativos para incrementar colas en ventanilla.

Los sindicatos cómo Élite Taxi BCN sacuden los cimientos para que surja la justicia, que nos negamos a pensar que está en bancarrota.

Mientras, el estamento político utiliza el charlatanismo ideológico cómo su más seguro engaño, porque hay una chocante contradicción entre las palabras y los hechos.

Uber habla de ideas modernas civilizadoras, de principios humanitarios colaborativos, así cómo la traición política enarbola la bandera del libre mercado sin red. Principios eternos que enmascaran los móviles egoístas de una supuesta ideología.

La pulsión del imperio del capital que representa Uber nos hace sospechar que no es amor la actividad que regirá nuestros destinos y que más bien es odio prostituido en fines bastardos comerciales.

Nadie hablará del Taxi cuando estemos muertos