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El único fraude es el de este tribunal



El exmandatario y candidato líder a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado este lunes como testigo en el juicio civil por fraude en Nueva York que determinará el futuro de su imperio inmobiliario. Fiel a su manual de estilo, ha basado su defensa en un ataque constante al juez, Arthur Engoron, que ya dictaminó antes del juicio que Trump, sus hijos Donald y Eric, y la Organización Trump son responsables de fraude continuado por haber inflado sus activos para conseguir mejores préstamos de bancos y aseguradoras. Lo que está en juego ahora son otros seis cargos relacionados con el fraude, como la falsedad documental, y la decisión sobre qué pena deberán pagar. 

“El único fraude es por parte de este tribunal”, ha espetado el magnate ante el juez: “dictaminó en mi contra y dijo que yo era un fraude sin saber nada de mí. Me llamó fraude sin saber nada de mí”. Antes de entrar en la sala, Trump ha reiterado ante las cámaras que este juicio es “injusto” y forma parte de un proceso de “interferencia electoral” para evitar su vuelta a la Casa Blanca tras las presidenciales del próximo año. 

Su declaración marca el inicio de un intenso calendario judicial, en el que, además de este caso civil y el de difamación a la columnista Jean Carroll, tendrá que responder a otras cuatro históricas imputaciones penales, por las que se le acusa de un total de 91 delitos.

La fiscal de distrito de Manhattan, Letitia James, reclama una compensación de 250 millones de dólares y ha pedido al juez que prohíba a Trump y sus hijos dirigir negocios, comprar inmuebles y pedir préstamos en Nueva York. Es decir, a la práctica busca expulsar al imperio inmobiliario del estado que lo vio florecer. Entre 2011 y 2021, James estima que la empresa de Trump incrementó artificialmente sus valoraciones en 2.200 millones de dólares, algo que le sirvió para conseguir ventajas en los créditos, con los que pudo adquirir nuevas propiedades.

Durante su declaración, Trump ha reconocido que ayudó a reunir los documentos que indicaban el valor de sus propiedades: “Los veía, los hojeaba, y en ocasiones daba alguna sugerencia”. El magnate ha asegurado que rebajó el valor de alguna propiedad, como la de Seven Springs (en Manhattan), puesto que “pensaba que era demasiado alto”, pero en ningún caso lo incrementó, que es de lo que se le acusa. Por ejemplo, “pensé que Mar-a-Lago (su club privado en Florida) estaba muy infravalorado, pero no hice nada al respecto”, ha dicho.

Entre otros activos, Engoron ya ha sentenciado que la Organización Trump manipuló el valor de la icónica Torre Trump, donde el magnate dio el salto a la política al lanzar su primera campaña electoral. También de otras propiedades, como Trump Park Avenue, 40 Wall Street, 1290 Avenida de las Américas o los clubes de golf de Hudson Valley y Westchester. Si el juicio, que ya ha empezado con un gol en contra, termina en goleada, Trump podría llegar a perder el control sobre todo este patrimonio.

La semana pasada testificaron también dos de sus cinco hijos, Donald Jr. y Eric, también acusados en este juicio civil. Durante sus años en la Casa Blanca Trump les dejó al mando de la empresa familiar, con el cargo de vicepresidentes. Ante el juez, ambos responsabilizaron a los contables de la compañía de las valoraciones del patrimonio, asegurando que ellos no tuvieron nada que ver. Su hermana, Ivanka Trump, tiene previsto declarar el próximo miércoles.

El juez, al abogado de Trump: “Controle a su cliente”

En su testimonio, Trump ha impacientado al juez Engoron, que pedía al magnate brevedad en sus respuestas, mientras este divagaba y las convertía en discursos. “Controle a su cliente”, le ha llegado a decir a su abogado, Chris Kise, “si no puede, lo haré yo”, amenazando con echarlo de la sesión. El juez le ha recordado a Trump que, a diferencia de sus mítines, en este procedimiento legal hay unas normas de protocolo: “Esto no es un discurso político. Por favor, simplemente responda a la pregunta. Me puede atacar, puede hacer lo que quiera, pero responda a la pregunta”.

A diferencia de los otros desafíos legales que enfrenta Trump, este es un caso civil, no penal. Además, la sentencia no la determinará un jurado, sino el propio juez Engoron. El expresidente y sus hijos podrían haberse acogido a la Quinta Enmienda para no declarar, pero eso les hubiera jugado en contra: en un caso civil, el juez está autorizado a hacer una suposición negativa cuando un acusado se niega a declarar. 

Como medida preventiva, Engoron puso una orden de mordaza sobre Trump, que le prohibía hablar públicamente sobre el juicio, como está haciendo en todos los casos que pesan sobre él. Una norma que Trump se la ha saltado sistemáticamente, por lo que el juez lo multó la semana pasada a pagar 10.000 dólares. Aun así, eso no ha intimidado a Trump, que lo ha vuelto a hacer justo antes de iniciar su declaración este lunes. Después, cuando las cámaras lo han vuelto a grabar durante una pausa, se ha quedado callado ante las preguntas de los periodistas, llevándose la mano a la boca, escenificando su disconformidad y victimismo.

En el último mes, Trump se ha pasado muchas horas en este tribunal situado en el número 60 de la calle Centre Street, cerca del Distrito Financiero de Manhattan, y ha acudido como público en hasta 8 ocasiones desde que comenzó el juicio. Este su caso más personal: está en juego no sólo su patrimonio y la herencia de sus hijos, también su imagen pública. El exmandatario se convirtió en una celebridad vendiéndose como un hombre hecho a sí mismo, pero esa idea de empresario de éxito no casa con la de uno que se inventa el valor de sus activos para prosperar cometiendo fraude.

Sin embargo, de momento no parece que ni este ni los demás juicios pendientes le estén pasando factura de cara a las elecciones. Una encuesta de The New York Times publicada este domingo muestra que Trump le lleva ventaja a Joe Biden en cinco de los seis estados clave: Nevada, Georgia, Arizona, Michigan y Pensilvania. Unos datos demoledores, a un año de los comicios, que se explican en gran parte por la creciente impopularidad de Biden.





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