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“Conocí al comisario Salamanca y le di 25.000 euros. Me cuidaba y yo le cuidaba”


La primera sesión del segundo juicio de la macrocausa Villarejo trazó una estampa borrosa que impide distinguir con claridad qué diferencia la amistad de lo que tan solo es interés o un delito en las vidas de los presuntos integrantes de la trama. En su declaración, el empresario Francisco Menéndez, cuya denuncia dio origen al caso, aseguró ante tribunal que su supuesta amistad con el otro acusado, el comisario jubilado Carlos Salamanca, arrancó el día que le conoció, en su despacho de jefe policial del aeropuerto de Barajas, y le entregó 25.000 euros en metálico. “Él me cuidaba y yo le cuidaba a él”, ha dicho Menéndez para describir la relación con el comisario. 

La Fiscalía Anticorrupción solicita 10 años de cárcel para Carlos Salamanca por “aceptar regalos de carácter suntuario” por parte de Francisco Menéndez, ya fuera por “consideración a su cargo o como recompensa por servicios que prestaba con abuso de su condición policial”. Salamanca está acusado de dar a cambio de los regalos un trato preferente a miembros del clan del dictador guineano Obiang a su llegada a Barajas, de permitirles saltarse los controles con maletas cargadas de dinero y de concederles el visado de forma automática. 

Menéndez, por su parte, trabajaba para los guineanos que estaban al frente de la petrolera estatal y, pese a que en cinco años no dejó de entregar dinero y caros regalos al comisario, lo que surgió entre ambos fue una relación de “amistad”, según explicó. Para él, la Fiscalía solicita solo seis meses de cárcel, en atención al papel clave que ejerció en la causa al entregar a un colaborador del CNI la documentación que dio origen al caso en la Fiscalía Anticorrupción. 

La trayectoria de los dos acusados es parte de ese “ecosistema” que permaneció en parte oculto hasta que estalló el caso Villarejo. Menéndez, según él mismo explicó, era un abogado de oficio que se especializó en Extranjería y al que cambió la vida conocer al entorno del dictador Obiang. Pasó a fundar una empresa de consultoría con la que facturaba a los responsables de Gpetrol por todo tipo de servicios en Madrid. De trabajador precario a instalarse en el lujo. 

El segundo acontecimiento que revolucionó los días de Menéndez, siempre según su versión, fue conocer al comisario jefe de Barajas en 2012, Carlos Salamanca. “Era un hombre súper importante. No se imagina qué contactos tenía; llegaba a todos los poderes del Estado. Era como conocer a Dios. Si él me cuidaba a mi, yo le cuidaba a él”, ha asegurado a preguntas del fiscal Miguel Serrano. Los supuestos servicios de Salamanca permitían a Menéndez mantener muy satisfechos a sus clientes guineanos. 

Por su lado, Carlos Salamanca es un veterano policía curtido en la lucha antiterrorista. Con 27 condecoraciones, como él ha recordado, procede de las unidades de élite, del manejo de los fondos reservados, de la captación de fuentes humanas… Un perfil similar al de los otros dos policías más importantes de la causa y “amigos” suyos, Enrique García Castaño, conocido como ‘El Gordo’, y el propio Villarejo. Entre 2006 y 2015, Salamanca fue el máximo responsable policial del aeropuerto de Madrid-Barajas, uno de los nudos de dinero y poder más importantes del país. 

Salamanca ha negado el episodio de los billetes en su despacho, así como de otras atenciones y pagos de hoteles y relojes que ha descrito Menéndez. Ha reconocido, sin embargo, que el empresario hizo un regalo a su hijo, por su boda, de 25.000 euros en metálico. Pero que no fue como Menéndez había declarado. En realidad, a la tarjeta y el sobre del día del compromiso le acompañaron 5.000 euros. El resto se lo habría ido entregando a Salamanca el abogado de Menéndez por partes en billetes que le llevaba a su despacho en la Comisaría General de Extranjería, el destino que siguió al de Barajas, ha contado el comisario con naturalidad. 

La gravedad de la denuncia de Menéndez no residía en las dádivas que aceptaba presuntamente Salamanca sino en el encargo que una facción de la familia Obiang había hecho al comisario Villarejo para perjudicar con un dosier a otros miembros del clan. Los 5 millones de euros que habría recibido el comisario Villarejo por ese trabajo, por entonces en activo en la seguridad del Estado, constituyen el primer encargo al policía rastreado por los investigadores en 2017. A Villarejo y Menéndez los presentó Salamanca.

“El pagafantas”

¿Y por qué denunció Menéndez? Él mismo se ha presentado en el juicio como un “pagafantas” harto de la situación. Salamanca, por su parte, ha recordado que en el momento en el que decide tirar de la manta se enfrentaba a una acusación por delitos fiscales que podía hacerle entrar en prisión, algo que finalmente no ha ocurrido. El comisario ha recordado, tal y como reconoce Menéndez, que todos los regalos al policía eran facturados a los guineanos. 

Menéndez ha descrito cómo durante años comía hasta siete veces a la semana con Salamanca, casi siempre en un restaurante de la zona más pudiente de Madrid. Y que siempre pagaba él, con alguna excepción como cuando les acompañaba algún relevante empresario, como el consejero delegado del Atlético de Madrid, Miguel Ángel Gil Marín, que se hacían cargo de la factura. 

En un momento de la declaración del comisario Salamanca, el fiscal Serrano ha preguntado al acusado a cambio de qué recibía tantos obsequios de Menéndez. “Con la amistad –respondió el policía–. Para mi fue mucho más que una amistad. Le entregué a mi familia”, en referencia a la relación que surgió también entre el empresario, la mujer del policía y los hijos del matrimonio. 

Además, Salamanca ha afirmado que también hubo correspondencia material, que regaló a la mujer de Menéndez y a su hija un collar y una pulsera de oro blanco y diamante ambas valorada, al menos la primera, en 60.000 euros. El policía ha dicho después que su sueldo neto anual era de 45.000 euros. Igualmente ha explicado que a Menéndez, a él y a otros amigos les tocaron 800.000 euros en la lotería.

Salamanca ha reconocido que Menéndez le obsequió con un Rolex de oro y otro reloj de una sofisticada marca, pero lo ha enmarcado en esa relación de “amistad” que tenían. Únicamente ha reconocido la concesión de dos visados, que constan documentalmente que él autorizó. Ambos, ha precisado, eran atribuibles a circunstancias muy concretas. En el segundo de ellos, ha llegado a decir, que lo hizo porque el documento del jerarca guineano había caducado “solo” once días antes.

El “pagafantas” Menéndez ha explicado, con especial enfado, cómo financió con 60.000 euros el disco de un artista flamenco amigo de Salamanca. El comisario ha dicho que ese préstamo se hizo contra su recomendación. “¿Usted llamaba ‘compadre’ a Menéndez?”, ha preguntado el fiscal. “Para mi eso es muy importante. Yo eso no se lo llamo a cualquiera. A otros les digo ‘amigo’, ‘tronqui’, ‘tron’. Compadre es porque fue padrino de mi hijo”, ha explicado Salamanca. 



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