La verdad del Caso Uber-Élite (parte 7) Americana

La verdad del Caso Uber-Élite (parte 7) Americana

El barco de la Transmediterránea brillaba entre la mediocridad de los cruceros turísticos de central Line. Cargado de 150 taxis no sólo de Barcelona, sino de Lyon, Londres, Lisboa, Berlín, Dublín y muchas otras ciudades cómo Madrid y también el resto de España.

Cristian fue el primero en salir con su Tesla cargado de banderas de Élite. Fran y Carlos lo abrazaron mientras Tito no podía por su amplio vendaje en la clavícula.

Los gastos corrían a cargo del ajuar que le regaló el Rey Juan Carlos para su boda: Dos maletones sobrantes del Rey de Brunei de los que pagaron el rescate de la Leticia y su shorba.

– «No soy monárquico, pero soy Juancarlista» le espetó Tito al Emérito mientras lo metía en el portamaletas del taxi que lo retornó a Barcelona.

– «Qué recuerdos….»pensaba Tito mientras veía evolucionar su herida gracias al trasplante de plasma especial ordenado expresamente por el presidente americano que así veía una buena promoción de sacar votos. El tema es que extraoficialmente se difundía el rumor (Por supuesto no confirmado pues parecía una puta leyenda urbana) de que era la mismísima sangre del presidente tiroteado en el Magnicidio de Dallas. La que fue congelada en 1963.

– «Sí’, mezclada con la de Robert y Luther King, cabrones», siempre bromeaba Tito ante el cachondeo de la puta Asamblea.

Ya emprendido el camino, una guapa enfermera que lo cuidaba en exclusiva le soltaba el vendaje y le añadía una tirita grande mucho más cómoda.

Las imágenes de la CNN eran espectaculares. Por el puente de Queen’s se veían enormes caravanas de taxis amarillos neoyorquinos, mientras el puente de Brooklyn ya veía pasar la caravana inmensa de taxis comandados por los de Barcelona que curiosamente eran los anfitriones en la tierra del Imperio de Uber. A una hora de viaje tomaron los miles de taxis la salida de Delaware. Allí, en una plaza enorme dónde estaba la sede de Uber esperaban 504.523 cabs provenientes de todos los estados de USA, además de Canadá y la América Latina.

Sólo mostraban al mundo desde dónde provenía la explotación que los juntaba en aquel lugar que no generaba nada más que especulación y blanqueo de capitales.

Desde los helicópteros varias cadenas de televisión retransmitían el reinicio de la manifestación de taxis comandados por los cabs drivers de la Ciudad Condal.

Era la Reconquista de los derechos de los trabajadores a seguir luchando por su dignidad. Estaban a tres horas del Capitolio y a tres horas y dos minutos de la Casa Blanca en taxi oficial. Ese día el algoritmo de Uber no daba resultados para Washington D.C..