La batalla se libra en las calles: Hace 40 años que 20.000 taxis paralizaron Budapest
Foto aérea de la intersección de Budaörsi út y la M1-M7, con Beregszász. (Budapest, Distrito XI). Foto de Fortepan / Zoltán Szalay.

La batalla se libra en las calles: Hace 40 años que 20.000 taxis paralizaron Budapest

József Antall quería reducir la deuda pública cuando fue elegido Primer Ministro de Hungría en 1990.

Cuarenta años después, el bloqueo del país por los taxis en octubre de 1990 todavía divide a políticos y público por igual.

Muchos lo recuerdan como la primera manifestación masiva en la Hungría democrática, otros lo ven como una acción arbitraria de un grupo de empresarios que paralizó a otros.

El aumento de precio se anunció oficialmente el 25 de octubre, pero había sido precedido por polémicos rumores.

El 19 de octubre apareció la primera noticia sobre la posible subida de precios titulada “Traición: Llega la gasolina HUF 56-62”.

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Margit híd (Puente Margarita) durante el bloqueo. Foto de Fortepan / Zoltán Szalay.

Esa tarde se anunció un aumento del 65% en los precios del combustible en una conferencia de prensa parlamentaria.

Según el gobierno, el aumento de precios fue provocado por la disminución de los suministros de petróleo soviéticos y por la Primera Guerra del Golfo, que había comenzado el 2 de agosto.

Los taxistas indignados se reunieron el 25 de octubre en Hősök tere en Budapest y luego en Kossuth tér, frente al Parlamento, donde quería que los recibiese el Ministro de Transportes Csaba Siklós, aunque este se negó.

Los taxistas decidieron ampliar su protesta: manteniéndose en contacto a través de su red de radio, bloquearon todos los puentes de Budapest, paralizando el tráfico de la ciudad.

A partir de la medianoche, el bloqueo se extendió a nivel nacional, al que se sumaron transportistas tanto privados como de carga.

Al día siguiente, 26 de octubre, el movimiento era casi imposible en las principales carreteras del país y en las ciudades más grandes, y el tráfico también se estaba acumulando en las fronteras.

Al aeropuerto internacional de Budapest Ferenc Liszt, entonces conocido como aeropuerto de Ferihegy, no se podía llegar desde la capital, solo el metro circulaba por las zonas interiores de la ciudad.

Los manifestantes, sin embargo, permitieron que las ambulancias y otros vehículos de emergencia y camiones que transportaban alimentos atravesaran los bloqueos.

El portavoz del Gobierno, Balázs László, calificó de ilegal la acción de los taxistas en la mañana del 26 de octubre, citando que no había sido solicitada 72 horas antes de acuerdo con lo establecido en la Ley.

A la derecha está uno de los principales organizadores de las movilizaciones de taxis, Pál Horváth. Foto de Fortepan / Zoltán Szalay.

El gobierno había sido tomado por sorpresa

Cuatro de los 11 ministros se encontraban en el extranjero y el primer ministro József Antall fue hospitalizado.

(Como se sabe ahora, pero no en ese momento, el primer ministro había sido diagnosticado de un linfoma en el verano de 1990.

Se había sometido a una operación solo dos días antes del bloqueo, y no cumplió su mandato en el cargo: murió el 12 de diciembre de 1993.)

Orden por todos los medios

En su ausencia, el ministro del Interior, Balázs Horváth, desempeñó las funciones del primer ministro y anunció que el gobierno restablecería el orden por todos los medios legales.

En un discurso transmitido por radio y televisión, justificó la acción del gobierno y anunció que se habían creado tres equipos de crisis.

El presidente Árpád Göncz pronunció un discurso público en la televisión esa noche, proponiendo al gobierno que suspendiese el aumento de los precios de la gasolina y que los taxistas terminasen las protestas.

El 27 de octubre de 1990, Hungría se despertó con un bloqueo total de las carreteras en todo el país.

Los taxistas y transportistas, junto con los ciudadanos que se les unieron, paralizaron el país completamente.

Se levantaron barricadas en las carreteras en unas 600 ubicaciones, lo que afectó a un total de 105 asentamientos.

En Budapest, con la excepción del Puente de las Cadenas, se cerraron todos los puentes del Danubio y se bloquearon 25 cruces importantes.

El canciller alemán Helmut Kohl y el canciller austriaco Franz Vranitzky se ofrecieron a ayudar.

Las negociaciones entre los transportistas y el gobierno duraron todo el día.

Por la noche, se acordó publicar una declaración conjunta. En esto, el gobierno anunció que presentaría una solución a una reunión del Consejo de Conciliación que se realizará el 28 de octubre, mediante la cual se podría prever un descuento de 10 HUF por litro bajo ciertas condiciones.

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Örs vezér tere (Budapest, Distrito XIV), el paso elevado frente al Centro Comercial Sugár. Foto de Fortepan / Zoltán Szalay.

El acuerdo quedó condicionado al levantamiento del bloqueo

Sobre la base de un acuerdo preliminar entre el gobierno y los transportistas, a la medianoche, el jefe de la policía nacional Győző Szabó pidió a los manifestantes que retiraran los coches.

En la mañana del 28 de octubre, el bloqueo se había aliviado un poco, aunque estaba lejos de ser levantado. Al mediodía se inició la reunión del Consejo de Conciliación en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y se retransmitió en directo por televisión a petición de los transportistas.

En representación del gobierno, el ministro de Industria y Comercio Ákos Péter Bod y el ministro de Hacienda Ferenc Rabár lideraron las negociaciones.

La delegación de trabajadores estuvo encabezada por Pál Forgács, presidente de la Mesa Redonda Sindical y la Liga Democrática de Sindicatos Independientes (FSZDL) y Sándor Nagy, de la Asociación Nacional de Sindicatos Húngaros.

Por otra parte, los empresarios estuvieron representados por János Palotás, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (VOSZ).

La reunión estuvo presidida por István Orbán, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Hungría.

Según el acuerdo alcanzado esa noche, el aumento de los precios de la gasolina se reduciría en 12 HUF a partir de la medianoche del 29 de octubre, y los nuevos precios serían válidos hasta que entrasen en vigor las leyes relacionadas con la liberalización de precios.

Bloqueo levantado

A las pocas horas de la noticia del acuerdo, el bloqueo se levantó por completo en todo el país y se restableció el tráfico.

Tras la firma del acuerdo, el primer ministro József Antall dió un comunicado televisivo desde su cama de hospital.

Antall analizó la situación en el país, evaluó el compromiso que había resuelto la crisis y reconoció que su gobierno había cometido errores al anunciar el aumento de precios.

Dijo que no había perdedores ni ganadores en la situación y prometió que el gobierno no actuaría contra los manifestantes.

Posteriormente, en la sesión de primavera del Parlamento, el presidente Árpád Göncz presentó un proyecto de ley que ofrecía una amnistía.

El bloqueo de taxis había provocado que cientos de miles de participantes en todo el país cometieran delitos porque la manifestación no se anunció 72 horas antes de que comenzara y había paralizado el funcionamiento de las plantas de servicios públicos.

Con la promulgación de la Ley de Amnistía Pública, el estado retiró los cargos.

Prestigio caído

El bloqueo dañó gravemente el prestigio del gobierno de Antall, que había proclamado una «economía social de mercado».

El presidente Árpád Göncz había logrado aliviar un poco la situación al afirmar que, como jefe de estado y comandante en jefe del ejército, prohibiría su despliegue.

Muchos simpatizantes se pusieron del lado de los taxistas y ofrecieron comida y bebida a los que controlaban las barricadas.

El bloqueo de cuatro días puede verse como el comienzo del fin del primer gobierno húngaro poscomunista elegido libremente, pero también como la primera prueba seria de la incipiente democracia del país.

Sin embargo, en lugar de los altamente activos Demócratas Libres (SZDSZ), fue el renacido Partido Socialista (MSZP) bajo Gyula Horn el que cosecharía los laureles de la insatisfacción al ganar las elecciones generales de 1994.

El éxito del bloqueo de taxis se redujo básicamente a dos cosas

En 1990, había más taxistas en Budapest que en Nueva York, según un artículo de Origo de 2005, que afirmaba que casi 20.000 conductores tenían licencia y otros 5.000 trabajaban ilegalmente.

Además, los taxistas no abandonaron la protesta, incluso con la amenaza de cumplir penas de prisión por manifestarse ilegalmente.

Mas cosas: Los taxistas fueron apoyados desde un primer momento por el sector del transporte y por la mayoría de los ciudadanos.

A medida que las regulaciones se endurecieron durante los años 90 y las décadas posteriores, más y más abandonaron la profesión.

Otro factor del éxito fue que los taxistas contaban con una red de comunicación que solo estaba disponible para la policía, el servicio de ambulancias y el ejército en ese momento.

En una época anterior a los teléfonos móviles, la radio CB proporcionó un sistema que permitió que la manifestación paralizara el país.

Al mismo tiempo, es sugerente observar que las comunicaciones CB no están encriptadas, por lo que cualquier persona con un teléfono (incluidas la policía y gobierno) podría escuchar fácilmente, pero las protestas tuvieron éxito, un rotundo éxito.

Según algunos, esta fue otra razón para la introducción del llamado estándar CEPT, que prácticamente enterró viva la radio CB.

A harc folytatódik (La lucha continúa)

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