Aún se envían postales?

¿Aún se envían postales?

Que levante la mano quien haya recibido una postal este verano.

«La emoción de abrir el buzón y encontrar una postal no se puede explicar con palabras», dice Carlos Huelva, una de las personas afortunadas que todavía siguen recibiendo este tipo de correspondencia.

Desde el primer viaje que hizo con su pareja en Holanda hace 13 años, decidieron que cada vez que hicieran un viaje escribirían una postal.

También envían a menudo a la familia y a sus ahijados. «No escribimos sólo «Besos, hasta pronto», sino alguna anécdota del viaje o lo que queremos recordar del país visitado», explica Carlos, que calcula que desde entonces, entre ambos, habrán enviado unas 200.

Nada comparado con las 3.500 postales que ha enviado la Montse Aragonés en los seis últimos años o las 1.600 que ha puesto en el buzón su marido, Antonio Boneu, en el mismo tiempo.

Ambos, trabajadores de Correos en Lleida, forman parte de la plataforma Postcrossing.

Enviar postales a desconocidos

El objetivo del ‘postcrossing’ es enviar y recibir postales aleatorias de cualquier lugar del mundo y de personas desconocidas a través de una plataforma web.

«Tienes que crear un perfil con un alias y poner tus datos personales, tus intereses y si te gustaría recibir algún tipo de postales en concreto», explica Antonio.

«Es decir, puedes pedir que te escriban frases en su lengua materna y que te las traduzcan, que te pongan sellos bonitos o que las postales tengan fotos de gatos, paisajes o edificios patrimonio de la Unesco», ejemplifica la Montse.

A partir de aquí, la plataforma funciona de manera aleatoria. La web te da una dirección y una matrícula, un código que debes incluir en la postal que envías, porque la persona que la reciba la pueda registrar.

Será entonces cuando, una vez introducido este registro, tendrá derecho a enviar otra postal y ya será en la rueda ‘postcrossing’. El intercambio de correo nunca es recíproco. Es decir, podrás estar enviando una postal en Alemania y recibir otra de Japón.

Antonio y Montse reciben una media de 2 a 5 postales al día y la lista de los países del mundo desde donde han recibido postales es interminable, desde Nueva Zelanda hasta Japón pasando por toda Europa y, incluso, alguna isla del Caribe.

«Los países más activos son, con diferencia, Rusia y Alemania», detalla Antonio. «Muchas postales ya no llegan ni al buzón de casa. Al ser carteros, ya las encontramos en la oficina de Correos», comenta Montse, contenta porque cada día recibe una sorpresa.

«Sabes que recibirás, pero nunca sabes qué te encontrarás. Hoy hemos recibido una de Japón con una caligrafía perfecta y, incluso, hemos comentado con los compañeros si era hecha a mano o impresa», explica Antoni, que reconoce que la caligrafía bien hecho es una de las cosas que más valora de las postales.

También le gustan los sellos, es la cuarta generación de la familia que en colecciona, y le encanta recibir postales con matasellos diferentes. «Ahora hay muchos matasellos turísticos, creados expresamente para un lugar concreto», dice.

En este sentido, el Carlos explica que durante los años que hace que envía postales ha podido tener el matasellos de la oficina de correos del Fin del Mundo (Tierra del Fuego, Argentina) o el de la isla de Pascua (Chile), «con el dibujo de un moai muy bonito».

El origen del ‘postcrossing’

El ‘postcrossing’ existe desde el 2005 y el creó el portugués Paulo Magalhães cuando era estudiante para satisfacer una de sus pasiones: el correo escrito, especialmente las tarjetas postales.

Para él era una manera de conocer gente a la que le entusiasmaba el mismo, pero tenía problemas para localizar a quien escribir. Por eso ayudarse de internet y creó una plataforma que conecta gente de todo el mundo a través de postales.

14 años después, la plataforma tiene más de 770.000 miembros de 207 países diferentes (oficiales y no oficiales) que han enviado más de 53 millones de postales que han recorrido más de 270.000 millones de kilómetros, una cifra que significa que han hecho 6,7 millones de vueltas al mundo.

En España hay más de 7.000 miembros dados de alta en la plataforma que han enviado más de medio millón de postales.

Según los datos de Postcrossing, Rusia es el país con más usuarios (98.000), pero Alemania la nación que ha enviado más postales (casi 8 millones).

Una práctica a la baja

Aunque los datos de Postcrossing, la realidad es que el envío de postales ha bajado mucho desde su punto álgido a principios del siglo XX. «Lo veo cada día», dice Antonio, que hace 38 años que es cartero.

«Las postales que pongo en los buzones son las del ‘postcrossing’ y las de cuatro aficionados que todavía les gusta recibir tarjetas postales manuscritas», explica.

Son datos que no se pueden contrastar, para que, a partir de 2000, Correos unificó los precios de las cartas y las postales y, como explican desde el departamento de comunicación de Correos, «es imposible tener datos de la cantidad de postales que se envían».

«Deduzco que va a la baja, pero a todos los sitios que vamos de vacaciones encontramos postales», explica Carlos, que concreta que incluso ha encontrado en una isla remota de Filipinas.

«Nosotros hemos llegado a comprar 25 de golpe», explica Antoni, que revela que su mujer se llega a gastar una media de 300 euros al mes en postales y sellos. «Desde aquí, un sello en Europa cuesta 1,40 euros, mientras que en el resto del mundo el precio es de 1,50 euros. Y a esto hay que sumar una media de 50 céntimos por postal. Es decir, enviar una postal cuesta unos 2 euros», detalla.

«Yo ya no concibo un viaje sin enviar una postal. Se ha convertido en un ritual: buscar la postal más bonita, conseguir un sello y encontrar un buzón. Todo ello forma parte de la aventura del viaje «, reconoce Carlos, que dice que no siempre es fácil encontrar un buzón.

«Que sean manuscritas, que incluyan fotos o dibujos y, en definitiva, que sean arte las convierte en un objeto muy romántico, y todo el conjunto es lo que las hace tan especiales», añade Carlos.