“Quería sentirme desvinculada de ese apellido y lo que significaba”. Después de varios años peleando en el laberinto de la burocracia, María ha conseguido lo que sabía que necesitaba desde muy joven: quitarse el apellido de su padre maltratador. El Registro Civil y el Ministerio de Justicia han certificado que su madre fue víctima de violencia machista a manos de su padre y que eso, especialmente tras la última reforma legal, es suficiente para que pueda cambiar su primer apellido por otro que no simbolice al hombre que ya no significa nada en su vida.